¿Vocación Vs Profesión?

Hace algunos días la idea de hablar sobre los detalles de mi profesión, viene retumbando mi cabeza y rondando mis pensamientos, pero dije: bueno, si quiero hablar del tema pues debe ser desde la practica y no desde la teoría, porque teorías ya hay muchas ¿verdad? y encuentro mas liberador y edificante poder hablar al respecto de mi labor diaria, con la convicción de la experiencia que me ha brindado estos cinco años de vida profesional.



Así que para empezar, quiero contar que la psicología es una profesión hermosa, pero requiere un nivel muy alto de ética y responsabilidad. Esta profesión, como muchas otras, tiene diversas ramas, por poner algunos ejemplos para contextualizar, hay psicología deportiva, educativa, social, jurídica, organizacional, clínica, y un largo etcétera. Es decir, es una disciplina bastante amplia que abarca un sinfín de áreas y realidades del ser humano, la verdad es que a mi me apasiona. 

Me enamoré de una de esas áreas, esa donde nos muestran la típica versión del psicólogo en un consultorio escuchando a su paciente. Y aquí quiero dejar algo bien claro, NO trato locos. Esa etiqueta nos ha perseguido por mucho tiempo, actualmente algunas personas ya han tomado mucha mas consciencia de que ir al psicólogo no es sinónimo de locura sino de salud y autocuidado, sin embargo no toda la población esta enterada de esto, así que aún nos queda un largo camino de estigmas por derrotar.

Pues bien, en mi país y en el mundo hay miles de colegas psicólogos pero no puedo hablar por ellos, no todos tenemos las mismas motivaciones, pero en lo personal si puedo decir que me apasiona intentar entender el ser humano y sus comportamientos, me apasiona descubrir la diversidad de pensamientos y emociones que cada uno de nosotros lleva dentro. Justo en mi Instagram personal desde hace varios años tengo la siguiente descripción: "Ando descubriendo mundos y cruzando mis propias fronteras", y esto tiene una profundidad muy significativa para mi, primero, descubrir mundos significa adentrarme en un viaje al interior de cada persona que entra al consultorio, y entender que la vida de esa persona es algo tan sagrado, que para explorar su territorio debo tener mucho tacto y empatía; y segundo, cruzar mis propias fronteras significa tener en cuenta que yo también tengo fragilidades, limitaciones y que no soy perfecta. 

En este punto recuerdo que en mi proceso de formación universitaria, varios profesores nos recomendaban que, como estudiantes de psicología, debíamos ir a nuestro propio proceso terapéutico, y eso tenia todo el sentido del mundo; y me lo reafirma mis bases cristianas cuando Jesús preguntó: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?" por allá en el evangelio de Lucas (6, 39). Les dejo la cita por si quieren ir a leerla.

Cuando queremos ayudar a otros a encontrarse con ellos mismos y sacar la mejor versión de si, nosotros como profesionales también deberíamos haber pasado por el proceso, es una cuestión de coherencia.  Así que reconocerme frágil y haber pasado también por mis propios procesos me ayuda a realizar mi trabajo no solo desde la teoría, sino también desde la experiencia personal. 

A esa misma descripción en mi red social, la cual mencioné anteriormente, le agrego al final la frase: "Mi ley es el amor" y bueno los que ya han leído mis publicaciones anteriores saben que esto se trata de compartir mi crecimiento espiritual, mi relación con el AMOR  de los amores. Así que esa es la cereza del pastel, lo que completa todo este caminar profesional. La expresión  "mi ley", es una frase con mucho peso, porque quiere decir que eso rige mi vida entera, no solo la profesión; así que intento desde mis limitaciones, errores y debilidades, dejar que el amor, que es Dios mismo, me dirija en el actuar, pensar y sentir. 

Desde muy joven he tenido esa inclinación por servir a los demás y también la habilidad para escuchar a otros, con los años y los procesos vividos he entendido que esa inclinación por servir es una invitación que Dios me ha hecho a encontrarlo a él en mi prójimo. Y por otro lado, la habilidad de escuchar, ¿Qué creen? pues también viene de Dios, porque es un don inmerecido que él me regaló. Ya que escuchar requiere tener la paciencia, el tacto, la empatía y la habilidad de vaciarse de  pensamientos propios para prestar plena atención a lo que otro esta diciendo. 

Todos servimos a los demás de diferentes maneras, mi manera por ejemplo es estar acompañando atentamente a las personas con heridas emocionales, carencias afectivas y todo tipo de dificultades de salud mental; ayudarles a orientarse sobre sus problemas mas internos y los dolores del alma que viven en silencio sin que nadie lo note. Con todo esto, he encontrado una estrecha relación entre la vocación y mi profesión; entendí que no se contraponen, una no le quita importancia a la otra, mas bien se complementan. 

Ahora bien, muchas de las personas que atiendo me han hecho la siguiente pregunta: ¿usted no se cansa de escuchar problemas todo el día? Yo con una sonrisa les respondo, si claro yo también me canso, pero no me puedo cargar con tantas situaciones que escucho de las personas a diario. Y aquí es donde entra Dios a ser parte de esto. 

La vida espiritual me ha ayudado a no desfallecer en desesperanza y aflicción cuando escucho la cantidad de problemas que las personas me comparten todos los días. En muchas ocasiones el esfuerzo profesional por ayudar a las personas se queda corto, muy corto, porque se siente como aportar una gota de agua limpia a un mar de agua sucia, de esa magnitud se llega a sentir. Escuchar el panorama desolador de las mil situaciones e injusticias que ocurren a diario, puede hacer que, el profesional que no ha dejado de ser humano, también se canse, se fatigue, y quiera en algún momento "tirar la toalla". 

Pero yo tengo un ingrediente secreto, yo no estoy sola en esto, porque soy un instrumento de Dios para llevar esperanza y orientar a tantas personas que tienen la vida destrozada por un problema familiar, un duelo, una infidelidad, una situación de desempleo, de enfermedad, en fin, un sinnúmero de realidades difíciles. Estoy convencida que trabajamos en equipo, Dios es el que sana, yo solo soy un medio.

Y aquí algunos juzgones pueden empezar a preguntarse, "¿qué ética puede tener una psicóloga que impone sus creencias a sus pacientes?", momento, quietos en primera como decimos aquí en mi país. Yo no he dicho que en la terapia impongo mi fe, creencias o religión a mis pacientes, claro que NO. La fe es lo que me acompaña a mi, para afrontar mi trabajo con la mejor actitud y disposición. (Consideré importante resolverles esa duda antes de continuar, habiendo explicado lo anterior, prosigo). 

Entonces, como siento que esto es un trabajo en equipo, en mis días mas cansados, fatigados y estresantes, le digo a Dios esta frase: "que mi cansancio a otros descanse", frase que tomé de la canción pescador de hombres, también dejo el nombre por si la quieren escuchar. Estas palabras me ayudan a recordar el objetivo de mis cansancios y agradecer las recompensas de estos, cuando hablo de la recompensa de mi trabajo no me refiero al dinero, me refiero a la sonrisa de las personas, sus gestos de desahogo, su cara al sentirse escuchados o comprendidos, a sus evidentes mejoras a través del proceso, a sus agradecimientos... eso, créanme, vale más que todo el dinero del mundo.

Las cuatro paredes de mi oficina y yo, escuchamos miles de secretos, situaciones dolorosas, historias increíbles, vivencias desgarradoras, vemos lagrimas que el mundo actualmente rechaza y no soporta. Saber que esas cuatro paredes y yo, somos un "oasis en medio del desierto", un rinconcito seguro en el mundo donde la persona se siente importante, escuchada, valiosa, reconfortada y comprendida, es la motivación mas grande para continuar haciendo mi trabajo de la mejor manera. 

El objetivo de lo que hago, no es dar un diagnostico, no es dar ánimos ni motivaciones, no es dar herramientas o metodologías como si fuéramos maquinas y mucho menos dar consejos,  el objetivo principalmente es ayudar a cada persona a encontrarse consigo misma, a entenderse desde las realidades que le ha tocado vivir, a sanar sus heridas afectivas de la infancia, a trasformar situaciones difíciles en oportunidades de crecer, a amarse, aceptarse, a superar miedos, inseguridades y rencores que son obstáculos que no dejan avanzar, a reconciliarse consigo mismos... en conclusión, ayudar a pulir ese diamante en bruto que cada uno llevamos dentro. 

Ese objetivo no siempre se cumple, aunque quisiera que así fuera, pero también debo aprender a lidiar con la inconstancia, la falta de compromiso y perseverancia de los pacientes con el proceso, a veces es frustrante, sin embargo cada que aparece la frustración, me recuerdo a mi misma de que no tengo superpoderes, no soy salvadora de nadie, cada quien vive sus procesos a su ritmo y que el cambio no se puede obligar. 

En fin, así es mi profesión, así es mi vocación, viéndolo de ese modo mi trabajo es un tesoro, es una motivación y le da un sentido a la vida, porque no solo su sentido profundo tiene la base solida del amor de Dios que me impulsa a cumplir una misión, sino que también me ha ayudado a crecer a nivel personal. Lo mejor que me ha enseñado este acercamiento directo a las heridas emocionales de las personas es a NO JUZGAR, y lo escribo así en mayúscula, porque el juicio es una enfermedad viral en este siglo, casi siempre en nuestros pensamientos y palabras hay un juicio hacia alguien de la familia, un vecino, un compañero de trabajo, un amigo, un habitante de la calle, en fin.

Esta profesión me ha ayudado a ver el tesoro que hay dentro de cada ser humano por mas sucio o duro que parezca en el exterior. Hace un par de años, Dios me permitió ver a una persona con ojos de misericordia, después de que la primera impresión por su apariencia física me dejara fría. Pero cuando abrí el corazón y me dispuse a escucharle, Jesús me permitió literalmente, verle con sus ojos y no con los míos. Desde ese día puedo decir que no juzgo a nadie por su aspecto, comportamiento o forma de pensar. 

¡Que gran lección tuve esa vez en mi vida!

Aún tengo muchas cosas que mejorar como profesional, a veces no soy tan disciplinada académicamente como quisiera, muchas veces me he equivocado y aun me faltan mil cosas por aprender, pero la motivación es el impulso a continuar descubriendo mundos en esa área de la mente humana, porque su complejidad es tan extensa y fascinante cómo su creador. 

Alguien me preguntó hace años: ¿Usted que quiere estudiar? 

Psicología, le respondí. 

Y me expresó, ¿eso si da plata? (…)

Al lograr cumplir mi sueño pude corroborar que ser exitoso no es tener dinero, ser exitoso es amar lo que se hace y hacer lo que se ama. 

Gracias por leer hasta aquí, a continuación dejo algunas frases que durante estos años de experiencia los pacientes me han expresado... y quizás ayuden al lector a dar respuesta a la pregunta ¿y si vale la pena?


- "Gracias, si no hubiera venido hoy aquí hubiera tirado la toalla". Joven universitario con dificultades para adaptarse.

- "Nunca me habia sentido así, como con tanto desahogo". Mujer que le costó gran parte de su vida expresar emociones.

- "Siento que aquí si puedo tener un buen proceso, usted no me ve como drogadicto, me ve como persona". Joven profesional que estaba luchando con una adicción. 

- "Esto me ha ayudado a entender tantas cosas en mi vida". Mujer que estaba viviendo un duelo afectivo. 

- "Me siento mas tranquilo, la ansiedad ha bajado muchísimo". Hombre que presentaba un alto nivel de ansiedad y estaba perdiendo el sentido a su vida.

- "Usted no sabe lo que significa para mi que hoy me de el alta". Mujer con lagrimas en los ojos, después de haber culminado satisfactoriamente su proceso.

- "Si hubiéramos seguido por el camino que íbamos ya no estaríamos juntos". Hombre agradecido por haber recuperado su relación de pareja. 

- "Nunca en mi vida me habia sentido tan amada por mi misma, como ahora" Mujer después de elaborar un duelo afectivo y trabajar en su autoestima. 

- "No puedo creer de lo que me estaba perdiendo por resistirme a venir a terapia". Esposo de una paciente, al salir de terapia de pareja. 

- "Gracias por consolarme". Joven depresivo que esconde sus emociones por no sentirse en un lugar seguro y en la terapia explotó en llanto. 

- "Ojala me hubiera dado cuenta antes, de todo lo que he aprendido aquí". Mujer lamentando no haber entendido sus heridas afectivas desde mucho antes, para evitar lastimar a sus hijos. 



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